Las rutinas y destrezas de pensamiento tienen como objetivo hacer visible el pensamiento, haciendo que los alumnos sean más conscientes de sus propios procesos cognitivos y más reflexivos. Algunos engloban ambas, rutinas y destrezas, bajo el término "Habilidades de pensamiento". Tratan de incentivar en el aula una cultura del pensamiento en la que el desarrollo de la habilidad de pensar se encuentre íntimamente relacionada con el tratamiento de los contenidos.
Las rutinas de pensamiento (David Perkins) son patrones sencillos de pensamiento que ayudan a los alumnos a orientar su pensamiento. Se trata de estrategias sencillas y breves que, repetidas con frecuencia, desarrollan una forma natural de pensar. Son flexibles en su desarrollo. Algunas de ellas se apoyan en organizadores gráficos sencillos.
El proyecto Visible Thinking, dispone de un listado de rutinas clasificadas según la finalidad que persiguen.
Las destrezas de pensamiento (Robert Swartz) son más elaboradas que las rutinas y buscan desarrollar un tipo de pensamiento de manera cuidadosa. Suelen seguir una serie de pasos y se apoyan en organizadores gráficos más complejos.
En próximas entradas trataré de nombrar, explicar y aportar material de apoyo respecto de algunas de las rutinas y destrezas más conocidas.
domingo, 24 de abril de 2016
jueves, 21 de abril de 2016
Gamificando el uso de la agenda
Como expliqué en la anterior entrada, la agenda escolar puede ser un soporte más que adecuado para llevar a cabo una propuesta de gamificación en alguno de los aspectos presentes en el aula y que queremos dinamizar; pero también puede ser objetivo, en sí misma, de una acción gamificadora. Este es el tema de la entrada de hoy.
Tal y como explica perfectamente Rosalie Ledda en el artículo "6 razones del fracaso de la Gamificación en educación" (un artículo, en mi opinión, de obligada lectura para aquellos que deseen realizar intervenciones con criterio en el ámbito de la gamificación) la gamificación es una posible respuesta para solucionar un problema o una posible respuesta a una necesidad no cubierta. Dicho de otro modo, gamificamos para buscar soluciones y no por el mero hecho de que sea un fenómeno relativamente de moda.
En el caso que planteaba al principio el problema identificado es el siguiente: En mi colegio, los alumnos emplean la agenda como herramienta de comunicación con la familia, para organizarse y para llevar constancia del trabajo realizado en el aula y en casa de forma autónoma (esto es, siendo ellos los únicos responsables de administrarla) a partir de 3º de Primaria. A muchos alumnos les cuesta adquirir los hábitos deseados y no son constantes en el uso de la agenda. Su utilidad queda en evidencia y aunque se ha tratado de supervisar a los alumnos más descuidados no se ha logrado el resultado esperado.
La gamificación en el uso de la agenda tiene pues como objetivo incentivar el uso adecuado de la agenda para lograr la implantación de un hábito positivo. Más adelante detallaremos que entendemos por uso adecuado. Inspirado en los artículos del tipo "Conviértase en un auténtico Ninja de Gmail" pensé que en numerosas artes marciales se emplea el uso de cinturones de color asociados al grado de maestría o dominio del practicante. Son una forma de representar la experiencia que ha adquirido fruto de la practica y la perseverancia. Algo que nos viene de perlas para abordar nuestro objetivo: que los alumnos practiquen y perseveren en el buen uso de la agenda.
Lo que vamos a hacer es plantear a nuestros alumnos que el buen uso de la agenda es un aprendizaje que resulta del ejercicio y la práctica diaria. Igual que el karateka (del japonés Karate + ka = persona) cada uno de ellos se convertirá en agendaka (del español Agenda + sufijo japonés ka = persona) y con su esfuerzo constante avanzarán en el dominio de este arte.
Para evaluar su maestría tomaremos como referencia tres aspectos fundamentales en el buen uso de la agenda: Tareas, Formato y Firma.
Tareas: Evidentemente valoraremos que todos los deberes y tareas del día estén anotados. Valoramos la cantidad. No debe faltar ni uno. Sin excepción.
Formato: Lo que vamos a considerar es que las tareas estén anotadas en el formato deseado. Unas pautas que les entregaremos y que tendrán a su disposición en la misma agenda para su consulta.
Firma: En mi centro, los padres deben firmar la agenda de sus hijos para darse por informados respecto a las tareas planteadas en el centro, lo que los alumnos han hecho en el colegio y lo que hayan realizado en casa. Valoraremos que la agenda este firmada por los padres.
Así pues el buen agendaka será el alumno que tenga todas las tareas anotadas, en el formato indicado y firmada por sus padres. Si se mantiene constante en el buen ejercicio de sus responsabilidades progresará en su dominio de la agenda. Para representar este progreso, igual que los karatekas, los agendakas tienen cinturones para expresar su grado de dominio. Al comenzar la practica dispondrán de un cinturón blanco, que irá cambiando de color conforme aumente su maestría.
Mi propuesta es que cada 10 veces (da igual si son consecutivos o no) que el alumno presente en su agenda un día perfecto respecto a Tareas, Formato y Firma, sube de nivel y su cinturón cambia de color. 10 días, 2 semanas de clase. Con una escala tradicional de cinturones de karate estaríamos hablando de obtener el cinturón negro en 60 días lectivos. A punto de finalizar el primer trimestre.
Obviamente si consideramos plazos más amplios (15 o 20 días) o variables (10 días para el amarillo, 15 para el naranja, 20 para el verde... 100 días en total) los tiempos cambian.
Para representar los cinturones podemos emplear una sencilla goma elástica (como la que se usa en las carpetas) con los extremos anudados que, por su similitud visual, hará las veces de cinturón y por su funcionalidad, de marcapáginas. Cada vez que un alumno cambia de color, entrega su viejo cinturón y recibe el nuevo a cambio. Así podemos tener un fondo de cinturones permanente y rentabilizar el coste de las (30 gomas de aprox. 40 cm cada una x 7 colores) 210 gomas elásticas, que deberemos adquirir al principio, durante varios años.
A aquellos que alcancen la máxima distinción podemos hacerles entrega de una insignia, pegatina o brag tag que puedan guardar como recuerdo. También podemos simplemente regalarles la goma negra.
*Idea: En lugar de gomas elásticas puede prepararse un marcapáginas para hacer de cinturón. (el marcapáginas del enlace está preparado para que, al plastificarlo, asome perfectamente por la parte superior de la agenda)
El cinturón blanco indica que al poseedor de la agenda le queda un buen trecho por recorrer.
Tal y como explica perfectamente Rosalie Ledda en el artículo "6 razones del fracaso de la Gamificación en educación" (un artículo, en mi opinión, de obligada lectura para aquellos que deseen realizar intervenciones con criterio en el ámbito de la gamificación) la gamificación es una posible respuesta para solucionar un problema o una posible respuesta a una necesidad no cubierta. Dicho de otro modo, gamificamos para buscar soluciones y no por el mero hecho de que sea un fenómeno relativamente de moda.
En el caso que planteaba al principio el problema identificado es el siguiente: En mi colegio, los alumnos emplean la agenda como herramienta de comunicación con la familia, para organizarse y para llevar constancia del trabajo realizado en el aula y en casa de forma autónoma (esto es, siendo ellos los únicos responsables de administrarla) a partir de 3º de Primaria. A muchos alumnos les cuesta adquirir los hábitos deseados y no son constantes en el uso de la agenda. Su utilidad queda en evidencia y aunque se ha tratado de supervisar a los alumnos más descuidados no se ha logrado el resultado esperado.
La gamificación en el uso de la agenda tiene pues como objetivo incentivar el uso adecuado de la agenda para lograr la implantación de un hábito positivo. Más adelante detallaremos que entendemos por uso adecuado. Inspirado en los artículos del tipo "Conviértase en un auténtico Ninja de Gmail" pensé que en numerosas artes marciales se emplea el uso de cinturones de color asociados al grado de maestría o dominio del practicante. Son una forma de representar la experiencia que ha adquirido fruto de la practica y la perseverancia. Algo que nos viene de perlas para abordar nuestro objetivo: que los alumnos practiquen y perseveren en el buen uso de la agenda.
Lo que vamos a hacer es plantear a nuestros alumnos que el buen uso de la agenda es un aprendizaje que resulta del ejercicio y la práctica diaria. Igual que el karateka (del japonés Karate + ka = persona) cada uno de ellos se convertirá en agendaka (del español Agenda + sufijo japonés ka = persona) y con su esfuerzo constante avanzarán en el dominio de este arte.
Para evaluar su maestría tomaremos como referencia tres aspectos fundamentales en el buen uso de la agenda: Tareas, Formato y Firma.
Tareas: Evidentemente valoraremos que todos los deberes y tareas del día estén anotados. Valoramos la cantidad. No debe faltar ni uno. Sin excepción.
Formato: Lo que vamos a considerar es que las tareas estén anotadas en el formato deseado. Unas pautas que les entregaremos y que tendrán a su disposición en la misma agenda para su consulta.
Firma: En mi centro, los padres deben firmar la agenda de sus hijos para darse por informados respecto a las tareas planteadas en el centro, lo que los alumnos han hecho en el colegio y lo que hayan realizado en casa. Valoraremos que la agenda este firmada por los padres.
Así pues el buen agendaka será el alumno que tenga todas las tareas anotadas, en el formato indicado y firmada por sus padres. Si se mantiene constante en el buen ejercicio de sus responsabilidades progresará en su dominio de la agenda. Para representar este progreso, igual que los karatekas, los agendakas tienen cinturones para expresar su grado de dominio. Al comenzar la practica dispondrán de un cinturón blanco, que irá cambiando de color conforme aumente su maestría.
Mi propuesta es que cada 10 veces (da igual si son consecutivos o no) que el alumno presente en su agenda un día perfecto respecto a Tareas, Formato y Firma, sube de nivel y su cinturón cambia de color. 10 días, 2 semanas de clase. Con una escala tradicional de cinturones de karate estaríamos hablando de obtener el cinturón negro en 60 días lectivos. A punto de finalizar el primer trimestre.
Obviamente si consideramos plazos más amplios (15 o 20 días) o variables (10 días para el amarillo, 15 para el naranja, 20 para el verde... 100 días en total) los tiempos cambian.
Para representar los cinturones podemos emplear una sencilla goma elástica (como la que se usa en las carpetas) con los extremos anudados que, por su similitud visual, hará las veces de cinturón y por su funcionalidad, de marcapáginas. Cada vez que un alumno cambia de color, entrega su viejo cinturón y recibe el nuevo a cambio. Así podemos tener un fondo de cinturones permanente y rentabilizar el coste de las (30 gomas de aprox. 40 cm cada una x 7 colores) 210 gomas elásticas, que deberemos adquirir al principio, durante varios años.
A aquellos que alcancen la máxima distinción podemos hacerles entrega de una insignia, pegatina o brag tag que puedan guardar como recuerdo. También podemos simplemente regalarles la goma negra.
*Idea: En lugar de gomas elásticas puede prepararse un marcapáginas para hacer de cinturón. (el marcapáginas del enlace está preparado para que, al plastificarlo, asome perfectamente por la parte superior de la agenda)
El cinturón blanco indica que al poseedor de la agenda le queda un buen trecho por recorrer.
martes, 12 de abril de 2016
Gamificando por niveles
Hace un tiempo encontré una imagen que me ayudo a enfocar los procesos de gamificación en el aula con más libertad y confianza. Esta imagen pertenecía a una presentación titulada "Gamification: a Different Paradign of Pedagogy". La imagen a la que me refiero es esta:
Cuando me topé con esta imagen me di cuenta de lo evidente que era la relación entre los mecanismos de los juegos y los procesos que se dan en el aula. Con una equiparación tan obvia, introducir los elementos motivadores de la gamificación en la dinámica de clase es más una cuestión de voluntad que de complejidad.
En este artículo quiero centrarme en lo concerniente a los puntos de experiencia. En la imagen, los puntos se obtienen básicamente gracias a las notas que obtenemos a través de las pruebas teóricas. Este fue el punto de partida de mi propuesta.
Uno de los recursos o mecánicas más empleados en los juegos es el de los niveles. El jugador acumula puntos de experiencia conforme juega y estos puntos le llevan a alcanzar niveles superiores. La acumulación de puntos siempre se produce: mientras uno juega recibe puntos, aunque la cantidad de puntos recibida puede ser mayor si nuestro desempeño en el juego es bueno; si somos habilidosos jugando. El objetivo de este tipo de juegos es alcanzar el mayor nivel posible.
Si aplicamos este mecanismo al aula necesitaríamos:
a) Fuentes de experiencia o ¿Qué tengo que hacer para conseguir puntos?
- En la diapositiva menciona la nota de los exámenes. Parece obvio emplear la nota de las pruebas teóricas para asignar puntos. Una relación directa de puntos es una opción sencilla. Si en un examen, test o trabajo sacas un 7 sumas 7 puntos de experiencia, si sacas un 5 sumas 5.
- Trabajo diario. Tengo por hábito preguntar cada día si los alumnos tienen hecho el trabajo que comenzamos la jornada anterior. Aquellos que lo tengan completo suman 1 punto.
-Trabajos voluntarios. Dependiendo de la complejidad del trabajo se pueden asignar una cantidad de puntos. Por ejemplo, un ejercicio extra suma 1 punto. Un mural clasificando diferentes tipos de animales vertebrados puede otorgar 5 puntos.
b) Una gradación de niveles o ¿Cuántos puntos necesito para subir al siguiente nivel?
-Una escala de 10 te permite motivar a los alumnos con facilidad ya que se sube de nivel con relativa rapidez. Además si en un examen un alumno saca un 10 sube un nivel completo de golpe. Me parece una consecuencia muy bien proporcionada. La escala fija (hacen falta siempre la misma cantidad de puntos para subir de nivel) permite a los alumnos realizar previsiones y cálculos en relación a lo que les falta o lo que necesitan hacer para alcanzar el grado superior.
c) Una prueba del Level up o ¿Cómo sé que he subido de nivel?
-En los juegos suele aparecer un mensaje vistoso en la pantalla para anunciar el feliz acontecimiento. En el aula podemos emplear una insignia o marcador. Dicha insignia muestra el paso al siguiente nivel (en mi propuesta, como se verá después, también el nivel alcanzado). Esta insignia puede ser pegada en la agenda para indicar el día en que fue obtenida.
d) Un indicador del nivel actual o ¿En qué nivel estoy?
- En esta propuesta he decidido unir el mensaje del level up con el indicador del nivel alcanzado. (enlace para descargarte el documento)
Estas son las insignias o lengüetas para mostrar el mensaje de incremento de nivel. Las cartulinas se doblan y se pegan en el borde de la agenda con pegamento de barra.
A la derecha de la frase hay un espacio donde podemos escribir el número del nivel alcanzado por el alumno.
Como se puede ver en la imagen, la insignia se pega en el borde de la agenda. De esta forma no interfiere con el uso habitual de la misma. Permite localizar fácilmente los Level up conseguidos a lo largo del curso y resulta visualmente llamativo.
Otra opción puede ser emplear unas simples pegatinas de formas en las que escribamos el nivel alcanzado con un rotulador permanente en el centro de la misma. Hay multitud de formas y colores a elegir. Un inconveniente de las pegatinas es que pueden acabarse en un momento dado y hasta que no las repongas no podríamos gamificar, cosa que no se da con las lengüetas ya que solo debes fotocopiar más hojas. Hay que valorar la comodidad también.
En general creo que esta puede servir de base para construir una experiencia motivadora para el alumnado y, con modificaciones, dar pie a otro tipo de experiencias similares.
*Idea: Si queremos emplear esta práctica simultáneamente en diferentes asignaturas tan solo tenemos que emplear un color diferente para los indicadores de cada asignatura.
Cuando me topé con esta imagen me di cuenta de lo evidente que era la relación entre los mecanismos de los juegos y los procesos que se dan en el aula. Con una equiparación tan obvia, introducir los elementos motivadores de la gamificación en la dinámica de clase es más una cuestión de voluntad que de complejidad.
En este artículo quiero centrarme en lo concerniente a los puntos de experiencia. En la imagen, los puntos se obtienen básicamente gracias a las notas que obtenemos a través de las pruebas teóricas. Este fue el punto de partida de mi propuesta.
Uno de los recursos o mecánicas más empleados en los juegos es el de los niveles. El jugador acumula puntos de experiencia conforme juega y estos puntos le llevan a alcanzar niveles superiores. La acumulación de puntos siempre se produce: mientras uno juega recibe puntos, aunque la cantidad de puntos recibida puede ser mayor si nuestro desempeño en el juego es bueno; si somos habilidosos jugando. El objetivo de este tipo de juegos es alcanzar el mayor nivel posible.
Si aplicamos este mecanismo al aula necesitaríamos:
a) Fuentes de experiencia o ¿Qué tengo que hacer para conseguir puntos?
- En la diapositiva menciona la nota de los exámenes. Parece obvio emplear la nota de las pruebas teóricas para asignar puntos. Una relación directa de puntos es una opción sencilla. Si en un examen, test o trabajo sacas un 7 sumas 7 puntos de experiencia, si sacas un 5 sumas 5.
- Trabajo diario. Tengo por hábito preguntar cada día si los alumnos tienen hecho el trabajo que comenzamos la jornada anterior. Aquellos que lo tengan completo suman 1 punto.
-Trabajos voluntarios. Dependiendo de la complejidad del trabajo se pueden asignar una cantidad de puntos. Por ejemplo, un ejercicio extra suma 1 punto. Un mural clasificando diferentes tipos de animales vertebrados puede otorgar 5 puntos.
b) Una gradación de niveles o ¿Cuántos puntos necesito para subir al siguiente nivel?
-Una escala de 10 te permite motivar a los alumnos con facilidad ya que se sube de nivel con relativa rapidez. Además si en un examen un alumno saca un 10 sube un nivel completo de golpe. Me parece una consecuencia muy bien proporcionada. La escala fija (hacen falta siempre la misma cantidad de puntos para subir de nivel) permite a los alumnos realizar previsiones y cálculos en relación a lo que les falta o lo que necesitan hacer para alcanzar el grado superior.
c) Una prueba del Level up o ¿Cómo sé que he subido de nivel?
-En los juegos suele aparecer un mensaje vistoso en la pantalla para anunciar el feliz acontecimiento. En el aula podemos emplear una insignia o marcador. Dicha insignia muestra el paso al siguiente nivel (en mi propuesta, como se verá después, también el nivel alcanzado). Esta insignia puede ser pegada en la agenda para indicar el día en que fue obtenida.
d) Un indicador del nivel actual o ¿En qué nivel estoy?
- En esta propuesta he decidido unir el mensaje del level up con el indicador del nivel alcanzado. (enlace para descargarte el documento)
Estas son las insignias o lengüetas para mostrar el mensaje de incremento de nivel. Las cartulinas se doblan y se pegan en el borde de la agenda con pegamento de barra.
A la derecha de la frase hay un espacio donde podemos escribir el número del nivel alcanzado por el alumno.
Como se puede ver en la imagen, la insignia se pega en el borde de la agenda. De esta forma no interfiere con el uso habitual de la misma. Permite localizar fácilmente los Level up conseguidos a lo largo del curso y resulta visualmente llamativo.
Otra opción puede ser emplear unas simples pegatinas de formas en las que escribamos el nivel alcanzado con un rotulador permanente en el centro de la misma. Hay multitud de formas y colores a elegir. Un inconveniente de las pegatinas es que pueden acabarse en un momento dado y hasta que no las repongas no podríamos gamificar, cosa que no se da con las lengüetas ya que solo debes fotocopiar más hojas. Hay que valorar la comodidad también.
En general creo que esta puede servir de base para construir una experiencia motivadora para el alumnado y, con modificaciones, dar pie a otro tipo de experiencias similares.
*Idea: Si queremos emplear esta práctica simultáneamente en diferentes asignaturas tan solo tenemos que emplear un color diferente para los indicadores de cada asignatura.
domingo, 10 de abril de 2016
Carpeta de entrevistas a padres
Una de las funciones que un profesor tiene, y más especialmente si es tutor, es la de reunirse con los padres; mantener entrevistas con ellos para tratar determinados asuntos, intercambiar impresiones o trasladar información entre las partes.
Dada la importancia de estos contactos es fundamental llevar un registro de los mismos. Para ello existen numerosas y variadas opciones. Algunos de los recursos empleados habitualmente por los profesores suelen incluir un apartado al respecto.
Por suerte o por desgracia el caso es que en los últimos años he tenido alumnos que se han incorporado al grupo con el curso ya empezado. Esta circunstancia hace que se trastoquen todos los listados existentes. En cuadernos donde tienes a los alumnos ordenados alfabéticamente te toca añadir a los alumnos recién incorporados al final y, además, corregir los números si los has escrito. En ocasiones lo que ocurre es que algún alumno abandona el centro y el problema ocurre en el orden inverso. Otras ocasiones puedes tener alumnos que llegan y alumnos que se van en un mismo curso.
También sucede que, si deseamos extremar las precauciones y aportar algo de confidencialidad al tiempo que dotamos a nuestros registros de un cierto valor testimonial, puede ser complicado lo lograr con los formatos anteriormente descritos
Para evitar este tipo de contratiempos y lograr un cuaderno que soportase alteraciones en el listado sin inmutarse, que fuese discreto en las anotaciones y que posibilitase a los padres reflejar su conformidad con lo registrado creé el siguiente planteamiento.
Se toman fundas transparentes para archivar y una carpeta de anillas. Tantas fundas como alumnos tengamos en clase y dos fundas extra. En la primera funda introduciremos un folio con el listado de los alumnos por orden alfabético. Las restantes fundas las numeraremos directamente con un rotulador permanente o con una etiqueta adhesiva. La última funda queda sin numerar. En esta funda introduciremos varios folios en blanco.
El funcionamiento es el siguiente:
-Cuando tengamos una entrevista con los padres, anotaremos en la parte superior del folio la fecha y el número del alumno.
-Durante el encuentro escribiremos en este folio los detalles más relevantes y significativos. Informaciones, impresiones, aclaraciones y acuerdos. Cuanto más fiel sea el registro mejor.
-Al finalizar la entrevista solicitamos a los padres que firmen en la parte inferior. Nosotros haremos lo propio. De esta manera queda constancia de que el encuentro se ha realizado y de lo que se ha tratado.
-Introducimos este folio en la funda con el nombre correspondiente al alumno.
-Cuando volvamos a reunirnos con dicha familia, extraemos la hoja con el "acta" de la reunión anterior y repasamos lo acordado si es relevante. Podemos incluso separar la funda del carpesano y llevarla a la reunión por separado.
-Cada reunión emplea un folio nuevo.Volvemos a anotar la fecha y el número del alumno y actuamos de igual modo que en la reunión anterior. Al finalizar solicitamos a los padres que firmen para reflejar su conformidad.
-Los folios con las notas de las reuniones se van añadiendo en la funda del alumno situándolos encima de los demás. Lo antiguo queda abajo, lo nuevo va arriba.
Si existe alguna variación en el grupo a lo largo del año (porque vengan alumnos nuevos o se vaya alguno de los que tenemos) tan solo debemos cambiar el listado de la primera funda, y reubicar el contenido de las fundas en el nuevo orden, añadiendo una o varias fundas más si es necesario. Solo se traslada el contenido de la funda, ya que la funda se encuentra numerada.
Al acabar el curso, y dependiendo de las normas del centro, esta información debe archivarse o ser entregada al nuevo tutor del grupo. Aquí se plantean varias opciones:
-Si queremos mantener un histórico de reuniones, la carpeta debería pasar como está al nuevo tutor. Esto le permite ponerse al corriente de lo que se ha comentado y trabajado en relación con el alumno. En una reunión con la familia siempre podría ojear lo registrado el año anterior "Veo que el año pasado acordásteis fomentar la lectura en casa. ¿Cómo ha ido?" y enlazar mejor con el trabajo realizado previamente por el anterior tutor. Es una forma de dar continuidad al contacto del centro. Con este planteamiento todos los profesores o tutores tienen a su disposición los registros pasados y se dedican a incorporar (encima de los demás) los que van generando ellos. También resulta fácil identificar si hay algún alumno con cuya familia no se han producido reuniones, o son muy escasas. Conforme el tamaño de las fundas aumenta se pueden ir trasladando a carpesanos más gruesos.
-En el caso de que por política de centro, por pudor de los profesores o por el motivo que sea, no se desee transmitir dicha información el curso siguiente se extraen las hojas de reunión de cada alumno, se ordenan cronológicamente, se grapan y se archivan. En este planteamiento cada tutor tendría su carpeta que es vaciada a final de curso.
Comentario: las carpetas de fundas son muy prácticas pero los bordes de las fundas tienden a abrirse y no soportan tan bien el trasiego. En caso de que se rompa una nos fastidia el sistema completo, cosa que no ocurre con las fundas para archivar y la carpeta de anillas. Si se estropea una funda solo tenemos que cambiar esa funda, no todo el sistema.
Dada la importancia de estos contactos es fundamental llevar un registro de los mismos. Para ello existen numerosas y variadas opciones. Algunos de los recursos empleados habitualmente por los profesores suelen incluir un apartado al respecto.
Por suerte o por desgracia el caso es que en los últimos años he tenido alumnos que se han incorporado al grupo con el curso ya empezado. Esta circunstancia hace que se trastoquen todos los listados existentes. En cuadernos donde tienes a los alumnos ordenados alfabéticamente te toca añadir a los alumnos recién incorporados al final y, además, corregir los números si los has escrito. En ocasiones lo que ocurre es que algún alumno abandona el centro y el problema ocurre en el orden inverso. Otras ocasiones puedes tener alumnos que llegan y alumnos que se van en un mismo curso.
También sucede que, si deseamos extremar las precauciones y aportar algo de confidencialidad al tiempo que dotamos a nuestros registros de un cierto valor testimonial, puede ser complicado lo lograr con los formatos anteriormente descritos
Para evitar este tipo de contratiempos y lograr un cuaderno que soportase alteraciones en el listado sin inmutarse, que fuese discreto en las anotaciones y que posibilitase a los padres reflejar su conformidad con lo registrado creé el siguiente planteamiento.
Se toman fundas transparentes para archivar y una carpeta de anillas. Tantas fundas como alumnos tengamos en clase y dos fundas extra. En la primera funda introduciremos un folio con el listado de los alumnos por orden alfabético. Las restantes fundas las numeraremos directamente con un rotulador permanente o con una etiqueta adhesiva. La última funda queda sin numerar. En esta funda introduciremos varios folios en blanco.
El funcionamiento es el siguiente:
-Cuando tengamos una entrevista con los padres, anotaremos en la parte superior del folio la fecha y el número del alumno.
-Durante el encuentro escribiremos en este folio los detalles más relevantes y significativos. Informaciones, impresiones, aclaraciones y acuerdos. Cuanto más fiel sea el registro mejor.
-Al finalizar la entrevista solicitamos a los padres que firmen en la parte inferior. Nosotros haremos lo propio. De esta manera queda constancia de que el encuentro se ha realizado y de lo que se ha tratado.
-Introducimos este folio en la funda con el nombre correspondiente al alumno.
-Cuando volvamos a reunirnos con dicha familia, extraemos la hoja con el "acta" de la reunión anterior y repasamos lo acordado si es relevante. Podemos incluso separar la funda del carpesano y llevarla a la reunión por separado.
-Cada reunión emplea un folio nuevo.Volvemos a anotar la fecha y el número del alumno y actuamos de igual modo que en la reunión anterior. Al finalizar solicitamos a los padres que firmen para reflejar su conformidad.
-Los folios con las notas de las reuniones se van añadiendo en la funda del alumno situándolos encima de los demás. Lo antiguo queda abajo, lo nuevo va arriba.
Si existe alguna variación en el grupo a lo largo del año (porque vengan alumnos nuevos o se vaya alguno de los que tenemos) tan solo debemos cambiar el listado de la primera funda, y reubicar el contenido de las fundas en el nuevo orden, añadiendo una o varias fundas más si es necesario. Solo se traslada el contenido de la funda, ya que la funda se encuentra numerada.
Al acabar el curso, y dependiendo de las normas del centro, esta información debe archivarse o ser entregada al nuevo tutor del grupo. Aquí se plantean varias opciones:
-Si queremos mantener un histórico de reuniones, la carpeta debería pasar como está al nuevo tutor. Esto le permite ponerse al corriente de lo que se ha comentado y trabajado en relación con el alumno. En una reunión con la familia siempre podría ojear lo registrado el año anterior "Veo que el año pasado acordásteis fomentar la lectura en casa. ¿Cómo ha ido?" y enlazar mejor con el trabajo realizado previamente por el anterior tutor. Es una forma de dar continuidad al contacto del centro. Con este planteamiento todos los profesores o tutores tienen a su disposición los registros pasados y se dedican a incorporar (encima de los demás) los que van generando ellos. También resulta fácil identificar si hay algún alumno con cuya familia no se han producido reuniones, o son muy escasas. Conforme el tamaño de las fundas aumenta se pueden ir trasladando a carpesanos más gruesos.
-En el caso de que por política de centro, por pudor de los profesores o por el motivo que sea, no se desee transmitir dicha información el curso siguiente se extraen las hojas de reunión de cada alumno, se ordenan cronológicamente, se grapan y se archivan. En este planteamiento cada tutor tendría su carpeta que es vaciada a final de curso.
Comentario: las carpetas de fundas son muy prácticas pero los bordes de las fundas tienden a abrirse y no soportan tan bien el trasiego. En caso de que se rompa una nos fastidia el sistema completo, cosa que no ocurre con las fundas para archivar y la carpeta de anillas. Si se estropea una funda solo tenemos que cambiar esa funda, no todo el sistema.
Lista de cosas que hacer cuando has acabado
Tengo por costumbre que, cuando un alumno ha terminado las tareas de clase, hay una lista de cosas que tiene que hacer. Esta lista de cosas es una mezcla de actividades obligatorias y voluntarias que pueden recordar gracias a un par de carteles expuestos en el aula.
Esta es la lista:
1º Revisa tu agenda para comprobar que tienes anotado el plan de trabajo correctamente.
2º Termina las tareas de otras asignaturas que estén incompletas.
3º Lee un libro o haz un dibujo. A tu elección.
La combinación de actividades obligatorias y voluntarias que se muestran en estos carteles es, obviamente, siempre la misma y el orden en que debe ser realizada también pero, a lo largo del curso, hay veces en las que desearía poder plantear a los alumnos opciones diferentes. Por ejemplo, durante una campaña o un proyecto puedo querer que algunos días los alumnos que terminen su tarea, en lugar de leer o hacer un dibujo, se acerquen a trabajar en una manualidad, escribir un texto o decorar un trabajo.
A largo de ese tiempo días los carteles-recordatorio no sirven de nada porque no muestran todas las opciones posibles o no muestran la variación en el orden que más me interesa aplicar. Lo único que puedo hacer es decir el día señalado la nueva lista de tareas en voz alta y esperar que la recuerden durante toda la jornada (cosa que no suele pasar) o anotarla en la pizarra y luego borrarla. Ninguna de las opciones parece ser totalmente satisfactoria.
Investigando un poco por ahí encontré un sistema explicado, como no, por Rick Morris (mi gurú en los asuntos que tienen que ver con una buena gestión de aula) que me permite dar una respuesta total a las necesidades que he planteado.
Los colores indican prioridad. Las primeras tareas que deben realizarse son las rojas. Luego las amarillas, después las verdes.
Tareas del mismo color indican libertad de elección. Debo realizar al menos una de ellas. (Dos rojas puede significar que hay que hacer las dos)
El color amarillo en el artículo original indica acciones que requieren la atención del estudiante pero que no se consideran obligatorias.
Las verdes son actividades completamente voluntarias.
El sobre en la parte inferior guarda tarjetas de diferentes colores para añadir al sistema cuando sea oportuno.
Con este sistema es sencillo realizar las variaciones que queramos sobre la misma base: los alumnos deben consultar el panel de tareas extra para saber qué hacer a continuación. Si en algún momento del año quiero introducir una actividad obligatoria o una actividad voluntaria solo debo incorporarla en el lugar que estime más adecuado.
*Idea: Si las tarjetas de color son tiras de folios de color plastificadas, resulta muy cómodo para escribir en ellas la tarea con rotulador de pizarra. Así no es necesario tenerlas ya impresas y puedes reutilizarlas las veces que haga falta.
Esta es la lista:
1º Revisa tu agenda para comprobar que tienes anotado el plan de trabajo correctamente.
2º Termina las tareas de otras asignaturas que estén incompletas.
3º Lee un libro o haz un dibujo. A tu elección.
La combinación de actividades obligatorias y voluntarias que se muestran en estos carteles es, obviamente, siempre la misma y el orden en que debe ser realizada también pero, a lo largo del curso, hay veces en las que desearía poder plantear a los alumnos opciones diferentes. Por ejemplo, durante una campaña o un proyecto puedo querer que algunos días los alumnos que terminen su tarea, en lugar de leer o hacer un dibujo, se acerquen a trabajar en una manualidad, escribir un texto o decorar un trabajo.
A largo de ese tiempo días los carteles-recordatorio no sirven de nada porque no muestran todas las opciones posibles o no muestran la variación en el orden que más me interesa aplicar. Lo único que puedo hacer es decir el día señalado la nueva lista de tareas en voz alta y esperar que la recuerden durante toda la jornada (cosa que no suele pasar) o anotarla en la pizarra y luego borrarla. Ninguna de las opciones parece ser totalmente satisfactoria.
Investigando un poco por ahí encontré un sistema explicado, como no, por Rick Morris (mi gurú en los asuntos que tienen que ver con una buena gestión de aula) que me permite dar una respuesta total a las necesidades que he planteado.
Los colores indican prioridad. Las primeras tareas que deben realizarse son las rojas. Luego las amarillas, después las verdes.
Tareas del mismo color indican libertad de elección. Debo realizar al menos una de ellas. (Dos rojas puede significar que hay que hacer las dos)
El color amarillo en el artículo original indica acciones que requieren la atención del estudiante pero que no se consideran obligatorias.
Las verdes son actividades completamente voluntarias.
El sobre en la parte inferior guarda tarjetas de diferentes colores para añadir al sistema cuando sea oportuno.
Con este sistema es sencillo realizar las variaciones que queramos sobre la misma base: los alumnos deben consultar el panel de tareas extra para saber qué hacer a continuación. Si en algún momento del año quiero introducir una actividad obligatoria o una actividad voluntaria solo debo incorporarla en el lugar que estime más adecuado.
*Idea: Si las tarjetas de color son tiras de folios de color plastificadas, resulta muy cómodo para escribir en ellas la tarea con rotulador de pizarra. Así no es necesario tenerlas ya impresas y puedes reutilizarlas las veces que haga falta.
lunes, 4 de abril de 2016
Plickers: reconocimiento de respuestas en tiempo real
De un tiempo a esta parte, y relacionado con la cada vez mayor aplicación de la gamificación en las aulas, han surgido numerosas plataformas y aplicaciones que permiten a los profesores establecer cauces de interacción con sus alumnos novedosos.
Dentro de estas plataformas, y específicamente de aquellas que se centran en que los alumnos puedan contestar preguntas de manera entretenida y proporcionar un feedback sobre las mismas en tiempo real, Kahoot y Socrative son las más conocidas. Cada una de ellas tiene su propio carácter y aporta una visión particular de los entornos de aprendizaje gamificados.
Ambas plataformas son estupendas y aportan características ciertamente interesantes de cara a gamificar el aprendizaje, pero requieren que la disponibilidad tecnológica de los centro sea 1:1 (1 alumno 1 dispositivo) o casi. En su momento estuve valorando que en el escenario más favorable posible en mi centro podríamos llegar a conseguir una tablet para cada equipo, pero aún así no era un escenario muy probable. Es un handicap recurrente que hace inviable la adopción de determinadas soluciones tecnológicas en el aula. Con el tiempo he llegado a considerar esto una suerte de ventaja.
Hoy quiero hablaros de una nueva plataforma que creo que viene a ofrecer una inteligente solución a este problema. Esta plataforma es Plickers.
En Plickers puedes crear preguntas o cuestionarios y hacer que tus alumnos respondan individualmente a las preguntas obteniendo en tiempo real información acerca de la cantidad de respuestas y lo acertado de las mismas.
Lo que diferencia a Plickers de otras plataformas como Kahoot o Socrative es que los alumnos no necesitan dispositivos para comunicar sus respuestas. Tan solo necesitan mostrar un código visual.
El funcionamiento es el siguiente: el profesor crea una clase dentro de la plataforma, introduce los nombres de sus alumnos y les asigna un número a cada uno. Después descarga los código visuales, uno para cada alumno. Gracias a los datos introducidos por el profesor cada alumno queda asociado al código visual con su número. Estos códigos se imprimen y son entregados a los alumnos en forma de tarjeta.
Los códigos visuales de Plickers permiten hasta cuatro tipos de respuesta distinta (A, B, C, D) según la forma en la que orientemos el código.
Este es el código visual que corresponde al alumno número 1. Cómo puede verse en la imagen en cada lado hay una letra que indica la respuesta que se ofrecerá al poner dicho lado hacia arriba. En este caso se esta optando por la respuesta B.
Los alumnos levantan sus tarjetas, con la respuesta que han elegido hacia arriba y el profesor realiza un barrido con su móvil o tablet para, en tiempo real, registrar sus respuestas. Esta información se muestra además con un gráfico de barras superpuesto. Dado que los códigos son diferentes y que a simple vista no puede saberse lo que está respondiendo un alumno, es fácil evitar que se copien las respuestas entre ellos.
Si lo deseamos, podemos hacer que los alumnos visualicen también esta información accediendo a la página web de la aplicación en su sección LiveView. Gracias a ella, si disponemos de proyector en el aula, podremos mostrar a la clase los resultados de sus respuestas.
Dentro de estas plataformas, y específicamente de aquellas que se centran en que los alumnos puedan contestar preguntas de manera entretenida y proporcionar un feedback sobre las mismas en tiempo real, Kahoot y Socrative son las más conocidas. Cada una de ellas tiene su propio carácter y aporta una visión particular de los entornos de aprendizaje gamificados.
Ambas plataformas son estupendas y aportan características ciertamente interesantes de cara a gamificar el aprendizaje, pero requieren que la disponibilidad tecnológica de los centro sea 1:1 (1 alumno 1 dispositivo) o casi. En su momento estuve valorando que en el escenario más favorable posible en mi centro podríamos llegar a conseguir una tablet para cada equipo, pero aún así no era un escenario muy probable. Es un handicap recurrente que hace inviable la adopción de determinadas soluciones tecnológicas en el aula. Con el tiempo he llegado a considerar esto una suerte de ventaja.
Hoy quiero hablaros de una nueva plataforma que creo que viene a ofrecer una inteligente solución a este problema. Esta plataforma es Plickers.
En Plickers puedes crear preguntas o cuestionarios y hacer que tus alumnos respondan individualmente a las preguntas obteniendo en tiempo real información acerca de la cantidad de respuestas y lo acertado de las mismas.
El funcionamiento es el siguiente: el profesor crea una clase dentro de la plataforma, introduce los nombres de sus alumnos y les asigna un número a cada uno. Después descarga los código visuales, uno para cada alumno. Gracias a los datos introducidos por el profesor cada alumno queda asociado al código visual con su número. Estos códigos se imprimen y son entregados a los alumnos en forma de tarjeta.
Los códigos visuales de Plickers permiten hasta cuatro tipos de respuesta distinta (A, B, C, D) según la forma en la que orientemos el código.
Este es el código visual que corresponde al alumno número 1. Cómo puede verse en la imagen en cada lado hay una letra que indica la respuesta que se ofrecerá al poner dicho lado hacia arriba. En este caso se esta optando por la respuesta B.
Los alumnos levantan sus tarjetas, con la respuesta que han elegido hacia arriba y el profesor realiza un barrido con su móvil o tablet para, en tiempo real, registrar sus respuestas. Esta información se muestra además con un gráfico de barras superpuesto. Dado que los códigos son diferentes y que a simple vista no puede saberse lo que está respondiendo un alumno, es fácil evitar que se copien las respuestas entre ellos.
Si lo deseamos, podemos hacer que los alumnos visualicen también esta información accediendo a la página web de la aplicación en su sección LiveView. Gracias a ella, si disponemos de proyector en el aula, podremos mostrar a la clase los resultados de sus respuestas.
La plataforma nos permite crear preguntas sueltas o grupos de preguntas, además de permitirnos acceder a un histórico de resultados y a una hoja de cálculo para filtrar la información. Como se puede ver una aplicación bastante completa e interesante y que resuelve el problema de la dotación de medios.
Algunas ideas que he recogido al buscar información para este artículo:
-Si las tarjetas se imprimen y se plastifican durarán más. En Amazon.com se vende un set pero los gastos de envío a España hace que suba mucho de precio. Para hacerlo nosotros mismos, recomiendan que usemos fundas mate ya que el brillo de las tradicionales puede causar problemas de lectura en la aplicación aunque no lo he comprobado de primera mano.
-Sea de la forma que sea, es interesante buscar una forma de guardar las tarjetas en el aula que permitan un rápido acceso y las mantengan ordenadas. Cada clase puede tener su set de tarjetas ordenado para que, llegado el momento, cada alumno coja la suya o que las reparta un encargado. Dicho set de tarjetas es valido para siempre... o hasta que se rompan.
-Algunos profesores optan por pegar las tarjetas en las libretas o las agendas de los alumnos. Esto garantiza un acceso inmediato sin tener que levantarse del sitio pero me parece poco práctico ya que cada año hay volver a imprimir el set completo.
-Lo bueno de que cada clase tenga su propio set de tarjetas es que, además de lo que he comentado, si viene un alumno nuevo a mitad de curso o se marcha alguno de los que teníamos, no supone ningún problema. Simplemente volvemos a configurar los número de los alumnos en la sección "clase" de la web.
Registro de ausencias
Una de las cosas que debemos hacer en nuestras aulas es pasar lista. Comprobar qué alumnos han venido y cuáles faltan es una de las tareas diarias que deben ser realizadas sin excepción. Dado que algo que forma parte de nuestro quehacer cotidiano no está de más dedicar un poco de tiempo a pensar de qué manera queremos afrontar esta labor.
Hay aulas en las que los profesores pasan lista, anotando los que faltan o anotando los que están, en otras aulas los profesores delegan esta labor en un alumno, que se encarga de hacer las comprobaciones oportunas. Todos son formatos habituales que cuentan con sus partidarios y sus detractores. En esta entrada os plantearé un sistema que cuenta con elementos de ambos... y más.
Este registro de asistencia se basa en que cada alumno es responsable de hacer constar que está presente en el centro. Para ello, nada más entrar en el aula (sin quitarse la chaqueta ni la mochila) debe acudir al panel de asistencia (si lo colocamos cerca de la puerta resultará más natural e intuitivo hacer uso de él) y realizar la acción correspondiente.
Una consideración fundamental es que el panel de asistencia no muestra quien está presente sino quien falta (de ahí el título de la entrada). La explicación es bien sencilla. Por una lado tenemos que, si hay 30 alumnos en clase y faltan 2, es más práctico anotar los 2 que faltan que hacerlo con los 28 que sí están en el aula. Por otro lado tenemos que los requerimientos administrativos (del centro o la administración) lo que demandan es la lista de los ausentes así que es lógico centrarse en este estado y no en otro.
Continuando la explicación, la acción que el alumno debe realizar al pasar por el panel puede variar pero básicamente puede ser una de las siguientes dos:
-Retirar una tarjeta con su nombre del panel y depositarla en una bandeja o caja a los pies del mismo.(No tengáis en cuenta los carteles de la imagen, tan solo cómo ilustra la acción)
-Dar la vuelta a su tarjeta para ocultar su nombre. (En la imagen siguiente podemos ver que el alumno con el número 9 ya está en el aula)
En ambos casos los nombres que se muestran en el panel corresponden a los alumnos que no han acudido ese día a clase.
Cuando sea el momento adecuado (recomiendo que sea al acabar la primera sesión para evitar modificaciones de última hora con los alumnos que puedan acudir con retraso al centro) un alumno encargado se acerca al panel, anota en un post-it los nombres o números de los alumnos que faltan y lo pega en la mesa del profesor. Después vuelve a colocar las tarjetas en su posición original (darles la vuelta o volver a ponerlas en su bolsillo) en lo que se denomina "reiniciar el sistema".
*Nota: Establecer un color determinado para esta tarea hace que sea posible distinguirlos de otros post-its procedentes de otros sistemas de un simple vistazo.
¿Qué ganamos con este enfoque? En primer lugar liberamos al encargado de las ausencias de la responsabilidad de elaborar la lista. Si hubiese cualquier problema o error en la lista el responsable sería el alumno y eso quizá no sea justo. En este sistema el alumno encargado actúa como verificador. No todo depende de él, solo una parte secundaria del mismo.
En segundo lugar hacemos que cada alumno se responsabilice de sí mismo. Es labor de cada uno comunicar al sistema que ya ha llegado. Es una de las consideraciones más importantes a tener en cuenta porque solo podemos incentivar el desarrollo de la responsabilidad en los alumnos cuando les permitimos practicar y ejercitar dicha responsabilidad.
En tercer lugar liberamos al profesor de tareas rutinarias y le permitimos estar pendiente de otros detalles más importantes en el aula. Cuanto más podamos automatizar estas comprobaciones y menos dependan de que los profesores están pendientes mejor. El producto final que genera este sistema es un post-it de color, pegado en su mesa en el cambio de clase, que el profesor atenderá (pegándolo en el libro del aula, anotando los nombres en el registro del centro o en la plataforma educativa que emplee) cuando considere.
Una vez hecho, el post-it se deposita en la papelera o se hace un mini avión con él.
Tickets dorados
Encontré hace poco esta propuesta en Pinterest y me encantó por su sencillez y su originalidad.
El principio de esta dinámica está basado en "Charlie y la fábrica de chocolate" y es bien sencillo: El profesor introduce algunos de estos tickets dorados en libros de la biblioteca que hace tiempo que no han sido prestados. Cuando el alumno encuentra el ticket debe entregarlo al profesor y recibirá a cambio una gratificación o premio. El propio ticket indica que no hay que avisar a otros de la existencia de los tickets dorados, en otras palabras, es un secreto que sólo conocen aquellos afortunados que se han topado con él.
Ahora podemos imaginar variaciones de esta propuesta. Podemos cambiar el aspecto de los tickets:
Podemos cambiar su color:
O su funcionalidad: en lugar de obtener una gratificación podemos hacer que obtengan un punto extra en su pasaporte lector, obtener un privilegio, ganar un libro, etc.
La única cuestión a tener presente es que el papel en que imprimamos el ticket no sea excesivamente grueso para que no sea demasiado evidente que hay algo dentro del libro.
Una propuesta tan sencilla, divertida y eficaz para motivar a los alumnos que creo debe ser tenida muy muy en cuenta.
El principio de esta dinámica está basado en "Charlie y la fábrica de chocolate" y es bien sencillo: El profesor introduce algunos de estos tickets dorados en libros de la biblioteca que hace tiempo que no han sido prestados. Cuando el alumno encuentra el ticket debe entregarlo al profesor y recibirá a cambio una gratificación o premio. El propio ticket indica que no hay que avisar a otros de la existencia de los tickets dorados, en otras palabras, es un secreto que sólo conocen aquellos afortunados que se han topado con él.
Ahora podemos imaginar variaciones de esta propuesta. Podemos cambiar el aspecto de los tickets:
Podemos cambiar su color:
O su funcionalidad: en lugar de obtener una gratificación podemos hacer que obtengan un punto extra en su pasaporte lector, obtener un privilegio, ganar un libro, etc.
La única cuestión a tener presente es que el papel en que imprimamos el ticket no sea excesivamente grueso para que no sea demasiado evidente que hay algo dentro del libro.
Una propuesta tan sencilla, divertida y eficaz para motivar a los alumnos que creo debe ser tenida muy muy en cuenta.
Un sistema de registro polivalente
Partamos de una situación hipotética: Cada día al entrar en clase, los alumnos deben entregar su hoja de tareas o su ficha de lectura al profesor.
Ahora tomemos como referencia esta imagen:
La explicación de la imagen puede intuirse: Los alumnos depositan su hoja en la caja (la cubierta de una caja de folios, por ejemplo) retiran la pinza con su número del borde y la depositan dentro de un cubo o recipiente que está al lado. Cuando todos han terminado de entregar sus hojas resulta muy sencillo comprobar qué alumnos no han entregado su tarea y de tener agrupadas las tareas que sí han sido entregadas.
Podemos pedir a un alumno que se responsabilice de sacar las hojas entregadas fuera de la caja, anotar en un post-it los números de los alumnos que no han entregado su tarea y pegarlo en la primera de las hojas, dejar las hojas con el post-it "delator" en nuestra mesa y volver a colocar las pinzas de nuevo en el borde de la caja (reiniciar el sistema).
Si el lugar donde deben depositar las pinzas aquellos que entregan su hoja es un cubo o lata, el efecto del sonido que producen las pinzas al caer actuará como recordatorio para el resto de los alumnos.
Es un sistema que puede simplificarse si sólo queremos realizar un registro sencillo (asistencia, comedor, etc.). Aquí han eliminado la caja y han reducido el principio a su expresión más básica.
Rick Morris, de quien he obtenido la idea, plantea un sistema similar basado en imanes:
En este caso, los alumnos que entregan su autorización o circular, desplazan el imán con su número bajo de la línea. Los números que permanecen arriba son aquellos que aún no la han entregado. Podríamos añadir, en caso de ser necesario, la fecha final de entrega en la pizarra o la cuenta atrás.
*Idea: Si recortas una caja de folios, puedes dejar un lateral sin recortar y pegar un folio plastificado detrás para improvisar una mini pizarra blanca.
Es una manera bastante interesante de enseñar a los alumnos a actuar con responsabilidad. El hecho de contar con un asistente o responsable hace que la idea me guste aún más.
A los profesores nos permite conocer con facilidad el estado de las entregas y realizar los recordatorios que consideremos oportunos sin que tengamos que estar detrás de ellos pidiéndoles las hojas o dedicando tiempo de clase a pasar lista cuando puede hacerse "por sí mismo".
Como se puede intuir, la cantidad de situaciones en las que puede aplicarse este sistema (conjunto de recipiente, pinzas numeradas y contenedor) es enorme y sus escasos requerimientos materiales lo hacen viable en cualquier colegio. Lo único que necesitamos es disponer de un espacio en el aula o en la pizarra donde poder montarlo. Otro ejemplo de sistema basado en pinzas del que ya hablé, aquí.
Ahora tomemos como referencia esta imagen:
La explicación de la imagen puede intuirse: Los alumnos depositan su hoja en la caja (la cubierta de una caja de folios, por ejemplo) retiran la pinza con su número del borde y la depositan dentro de un cubo o recipiente que está al lado. Cuando todos han terminado de entregar sus hojas resulta muy sencillo comprobar qué alumnos no han entregado su tarea y de tener agrupadas las tareas que sí han sido entregadas.
Podemos pedir a un alumno que se responsabilice de sacar las hojas entregadas fuera de la caja, anotar en un post-it los números de los alumnos que no han entregado su tarea y pegarlo en la primera de las hojas, dejar las hojas con el post-it "delator" en nuestra mesa y volver a colocar las pinzas de nuevo en el borde de la caja (reiniciar el sistema).
Si el lugar donde deben depositar las pinzas aquellos que entregan su hoja es un cubo o lata, el efecto del sonido que producen las pinzas al caer actuará como recordatorio para el resto de los alumnos.
Es un sistema que puede simplificarse si sólo queremos realizar un registro sencillo (asistencia, comedor, etc.). Aquí han eliminado la caja y han reducido el principio a su expresión más básica.
Rick Morris, de quien he obtenido la idea, plantea un sistema similar basado en imanes:
En este caso, los alumnos que entregan su autorización o circular, desplazan el imán con su número bajo de la línea. Los números que permanecen arriba son aquellos que aún no la han entregado. Podríamos añadir, en caso de ser necesario, la fecha final de entrega en la pizarra o la cuenta atrás.
*Idea: Si recortas una caja de folios, puedes dejar un lateral sin recortar y pegar un folio plastificado detrás para improvisar una mini pizarra blanca.
Es una manera bastante interesante de enseñar a los alumnos a actuar con responsabilidad. El hecho de contar con un asistente o responsable hace que la idea me guste aún más.
A los profesores nos permite conocer con facilidad el estado de las entregas y realizar los recordatorios que consideremos oportunos sin que tengamos que estar detrás de ellos pidiéndoles las hojas o dedicando tiempo de clase a pasar lista cuando puede hacerse "por sí mismo".
Como se puede intuir, la cantidad de situaciones en las que puede aplicarse este sistema (conjunto de recipiente, pinzas numeradas y contenedor) es enorme y sus escasos requerimientos materiales lo hacen viable en cualquier colegio. Lo único que necesitamos es disponer de un espacio en el aula o en la pizarra donde poder montarlo. Otro ejemplo de sistema basado en pinzas del que ya hablé, aquí.
sábado, 2 de abril de 2016
Sistema de conteo con pinzas
Como ya comenté en un par de entradas anteriores (aquí y aquí) hay ocasiones en las que puede ser interesante emplear un sistema de clasificación o de conteo con pinzas. Su carácter marcadamente visual y sus escasos requerimientos materiales lo hacen un recurso ideal para emplear en el aula (de hecho estoy considerando crear una etiqueta llamada "pinzas" para agrupar las herramientas que se basan en su uso)
Uno de los aspectos de los carteles y paneles generales que hay presentes en el aula que me gusta cuidar es su visibilidad, esto es, que sean perfectamente legibles por los alumnos desde los sitios donde se sientan. Un sistema visual, un cartel o una pancarta que no puede ser leído sin tener que levantarse del sitio y acercarse no cumple parte de su propósito básico. Lo mismo ocurre con las normas del aula, las frases de motivación, el horario, etc.
Partiendo de esta consideración, en los sistemas de conteo anteriormente mencionados parece obvio que no podemos crear un panel con 20 o 30 números sin que esto afecte al tamaño o a la visibilidad (o disponemos de espacios gigantes en el aula o tendremos que hacer los números más pequeños).
Hacer que los diferentes paneles muestren rangos de números tampoco me parece una solución válida porque dificulta la sensación de progreso del alumno, que tiene que esperar a sumar varios puntos antes de que su pinza refleje un mínimo avance físico.
Así pues hoy vengo con algunas propuestas para resolver este tipo de contratiempos.
El primero es crear un panel con 10 secciones, la inferior sería aquella que indica que es lo que se está midiendo (fruta, libros leídos,etc.). Las secciones inferiores son los números del 1 al 9. Cuando un alumno va progresando en nuestro contador su pinza avanza hacia secciones superiores. ¿Y qué ocurre cuando alcanza el número 10?
La primera solución es colocar la pinza del alumno en la parte superior de nuestro panel. Este sería el lugar correspondiente al número 10.
Otra solución sería hacer una marca o pegar un adorno para indicar que ha alcanzado el 10 y volver a ponerlo en la sección inferior.
La marca o pegatina indica pues una decena. La pinza del alumno sigue escalando secciones para reflejar el 11, el 12 y así sucesivamente. Cuando se vuelve a alcanzar la sección superior se añade otra marca, adorno o pegatina y se repite el proceso.
Resulta sencillo llevar así la cuenta aunque ésta vaya más allá del 9 sin afectar a la legibilidad de nuestro panel. El sistema permite llevar cuentas elevadas. Además, a final de curso podemos entregar a cada alumno su pinza como testimonio de su progreso. Un detalle que no por ser pequeño deja de tener valor.
Existe también la opción de crear un código de color para cada decena y sustituir la pinza del alumno por otra del color correspondiente cuando se alcance dicha cantidad. Por ejemplo: una pinza verde indica 10, una pinza azul indica 20, una pinza amarilla indica 30, una pinza roja indica 40...
Este sistema tiene como desventaja que nos obliga a tener multitud de pinzas de diferentes colores para cada alumno en lugar de tener todas de madera, lo que resulta más sencillo.
Uno de los aspectos de los carteles y paneles generales que hay presentes en el aula que me gusta cuidar es su visibilidad, esto es, que sean perfectamente legibles por los alumnos desde los sitios donde se sientan. Un sistema visual, un cartel o una pancarta que no puede ser leído sin tener que levantarse del sitio y acercarse no cumple parte de su propósito básico. Lo mismo ocurre con las normas del aula, las frases de motivación, el horario, etc.
Partiendo de esta consideración, en los sistemas de conteo anteriormente mencionados parece obvio que no podemos crear un panel con 20 o 30 números sin que esto afecte al tamaño o a la visibilidad (o disponemos de espacios gigantes en el aula o tendremos que hacer los números más pequeños).
Hacer que los diferentes paneles muestren rangos de números tampoco me parece una solución válida porque dificulta la sensación de progreso del alumno, que tiene que esperar a sumar varios puntos antes de que su pinza refleje un mínimo avance físico.
El primero es crear un panel con 10 secciones, la inferior sería aquella que indica que es lo que se está midiendo (fruta, libros leídos,etc.). Las secciones inferiores son los números del 1 al 9. Cuando un alumno va progresando en nuestro contador su pinza avanza hacia secciones superiores. ¿Y qué ocurre cuando alcanza el número 10?
La primera solución es colocar la pinza del alumno en la parte superior de nuestro panel. Este sería el lugar correspondiente al número 10.
Otra solución sería hacer una marca o pegar un adorno para indicar que ha alcanzado el 10 y volver a ponerlo en la sección inferior.
La marca o pegatina indica pues una decena. La pinza del alumno sigue escalando secciones para reflejar el 11, el 12 y así sucesivamente. Cuando se vuelve a alcanzar la sección superior se añade otra marca, adorno o pegatina y se repite el proceso.
Resulta sencillo llevar así la cuenta aunque ésta vaya más allá del 9 sin afectar a la legibilidad de nuestro panel. El sistema permite llevar cuentas elevadas. Además, a final de curso podemos entregar a cada alumno su pinza como testimonio de su progreso. Un detalle que no por ser pequeño deja de tener valor.
Existe también la opción de crear un código de color para cada decena y sustituir la pinza del alumno por otra del color correspondiente cuando se alcance dicha cantidad. Por ejemplo: una pinza verde indica 10, una pinza azul indica 20, una pinza amarilla indica 30, una pinza roja indica 40...
Este sistema tiene como desventaja que nos obliga a tener multitud de pinzas de diferentes colores para cada alumno en lugar de tener todas de madera, lo que resulta más sencillo.
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