lunes, 1 de octubre de 2012

Indefensión aprendida

A finales de los 60, el psicólogo Martin Seligman realizó el siguiente experimento. Dentro de una caja de laboratorio, un perro era expuesto a shocks eléctricos que no podía evitar. En cambio, en otra caja, otro perro sí que podía interrumpir esos shocks pulsando una palanca. Más tarde, los perros eran situados sobre una superficie electrificada de la que podían escapar simplemente saltando una barrera. El perro que había podido controlar los shocks la saltaba, mientras que el otro perro, en lugar de buscar la salida exitosa a la situación adversa, permanecía aguantando las descargas de manera pasiva. Había, pues, “aprendido” su indefensión. ¿Para qué gastar energías sabiendo (en realidad, creyendo) que de esos estímulos adversos no se puede escapar?
La indefensión aprendida es la antesala de la depresión. No hacer nada porque se piensa que ya todo es inútil.
En este vídeo podemos ver cómo una profesora provoca indefensión aprendida en un grupo de alumnos con una sencilla actividad:



*Leído aquí

domingo, 19 de agosto de 2012

Definición Educativa

Y no me refiero a aquella que encontramos dentro del sistema educativo sino a aquella que define como me gustaría que fuese:

"Una educación lenta, emocional, cooperativa, democrática, manipulativa, divertida..."

Eternamente en proceso.

martes, 31 de julio de 2012

Que relación establezco entre Educación y Emoción

La palabra Educar, según la Wikipedia, tiene dos posibles etimologías (la RAE sólo contempla la segunda). En la primera de ellas, el origen es el término del latin educere "sacar, extraer". Partiendo de esta base, el educador es el responsable de sacar o extraer del educando lo que está en su interior para hacerlo visible, para revelarlo, para mostrarlo. ¿Extraer el qué?
La segunda opción es la que fija su origen en el término educare, "formar, instruir", que es el recoge la RAE expresándolo en su primera acepción como "dirigir, encaminar, doctrinar". El educador es el encargado de guiar o marcar un rumbo, enseñar el camino. ¿Para qué?
La palabra emoción, etimológicamente, viene del latín emotĭo, que significa "movimiento". Podríamos decir que la emoción es algo que nos mueve, un impulso que nos dirige. Se relacionan con la forma que tenemos de relacionarnos y de entendernos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea. Mueven nuestra conducta según las gestión o la falta de la misma que hagamos de ellas.

Educación emocional podría ser el proceso mediante el cual cogemos las emociones (que no suelen ser objeto de demasiada atención en nuestro desarrollo) sacamos a la luz su presencia y la importancia que tienen en nuestra vida para aprender a extraer la información que nos proporcionan, su significado, y podamos emplearlas para dirigir o encaminar nuestra conducta de una forma positiva y provechosa en lo vital. 
Empleando las preguntas del principio, la educación es el proceso por el que sacamos a la luz nuestras emociones (¿extraer el qué?) y enseñamos la forma de gestionarlas de forma provechosa (¿para qué?).
Es un poco aprender a ser. Quiero decir que las emociones son algo que está presente en todas las personas y esta presencia se da durante toda su vida. El aprendizaje emocional comienza con nuestro nacimiento. Nuestras conductas se rigen por las emociones aún cuando nuestra capacidad de razonamiento aún está en pañales. El enfado, el miedo, la tristeza o la alegría son fácilmente reconocibles en un bebé.
Teniendo en cuenta su absoluta presencia y relevancia en nuestra existencia resultaría obvio que es esencial enseñar a las personas a manejarse de forma adecuada con ellas. Se puede expresar esta idea diciendo que a lo largo de mi vida no siempre me encontraré con una suma pero sí que es seguro que lo haré con emociones; las mías o las de los demás y que, por ello, es fundamental saber qué hacer al respecto.
Las personas somos seres emocionales (no únicamente pero opino que sí básicamente) por eso creo que un proceso educativo que se precie de ser completo debe partir de dedicar a esa faceta la atención y el tiempo que sean necesarios. Ser persona, y sobretodo ser una persona sana, pasa por cómo gestionamos nuestras emociones. Eduquemos a los niños a hacerlo desde pequeños. Participemos activamente en su proceso de aprendizaje emocional. Enseñémosles a sentir de forma constructiva. Demósles esa ventaja.
La formación del conocimiento, para mi, NO es lo primero. 
Ni lo segundo.
Ya hablaré de eso.

miércoles, 18 de julio de 2012

Ideas que están II

Sea como sea (y a veces incluso sea cual sea) hay que tener una dirección, una idea, un principio o un punto hacia el cual ir. Y es responsabilidad de los padres (adultos a cargo, en general) definir, determinar y acordar esa dirección hacia la cual se va y que sirve para orientar y organizar todas las acciones que dentro de la familia (o el ámbito correspondiente) se han de llevar a cabo.
Hay que tener un plan.



Ideas que están

En ausencia de normas los niños generan sus propias normas. En ausencia de hábitos los niños generan sus propios hábitos. El problema es cuando las normas y los hábitos que generan los niños no son los adecuados para su desarrollo.

Hay que proponer normas y hábitos. Asumir la responsabilidad que nos corresponde y aceptar el riesgo a equivocarnos en las normas y hábitos que propongamos; pero hay que estar presente en el proceso de conformación de las mismas.

jueves, 28 de junio de 2012

Principios

Se educa con lo que se es. Para educar de forma diferente se ha de ser diferente.




miércoles, 27 de junio de 2012

Ralph Waldo Emerson

"La recompensa por una labor bien hecha es haberla hecho" 
La gratificación es intrínseca a la realización.

El valor de una explicación

No le explico a mi hijo de tres meses porque debe mamar del pecho de su madre. No le explico a mi hijo de tres meses porque debo bañarlo periódicamente. No le razono a mi hijo de tres meses que no puede arrojarse al vacío desde mi regazo. No le explico a mi hija de año y medio porqué debe comer de todo, ni espero a que entienda que dormir es necesario para su salud. Entre otras cosas porque aún no puede entenderlo. Si no lo entiende no dejo de acostarla hasta que ella ve la razón de todo eso. Soy adulto y debo entender todo eso por ellos hasta que llegue el momento en que ellos lo hagan por sí mismos. No puedo dejar que mi hijo no mame si no lo entiende, no puedo dejar de bañarlo porque no entienda los motivos por los que lo hago, no puedo dejar que se arroje al vacío porque no tenga consciencia del peligro, no puedo dejar de dar alimentos variados a mi hija porque desconozca lla importancia en su desarrollo de la variedad nutricional, no puedo dejarla despierta toda la noche porque no entienda que el descanso es necesario.
Cuando la explicación no es lo que condiciona que algo deba hacerse o no, la gestión de la energía que se gasta en ella debería ser diferente.
¿De que sirve presentar la argumentación de tu vida a tu hijo para explicarle porqué es importante lavarse los dientes si en realidad no es que no lo entienda, es que no quiere? ¿Vas a esperar a que quiera o a que lo entienda para acostumbrarle a que se los limpie?
Creo que hay que explicar a los niños porqué hacemos las cosas pero no esperar a que lo entiendan para enseñarles a hacerlas o pedirles que las hagan. El entendimiento y la responsabilidad del adulto es entender las razones por ellos hasta que ellos sean capaces de ser responsables por sí mismos. Por eso somos nosotros los adultos y por eso la responsabilidad de la educación y el cuidado de los menores es nuestra y no de ellos: porque ellos aún no son capaces de tomar decisiones responsables y maduras en relación a su propio bienestar. Lo que son es niños, no miniadultos.

Castigo

El castigo opera en el canal del miedo, no de la responsabilidad. Castigando enseñamos a temer, no a ser responsables. La consecuencia de haber hecho algo mal es reparar dicho mal en la medida de lo posible, no pagar una pena que sea igual de dolorosa. El castigo no es LA consecuencia de nuestros actos, no lo disfracemos de lo que no es. Es un estilo, una (mala) opción, un punto de vista... no una consecuencia lógica.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Los verdaderos mensajes

Por razones que no vienen al caso, hace poco hablaba con una persona sobre algunas dificultades que estaba pasando en relación con el comportamiento de su hija. En la conversación, esta persona exponía cómo había probado diferentes formas de responder o gestionar la actitud de su hija para lograr un cambio y cómo no había logrado el resultado deseado. También mencionó el no acertar a comprender qué es lo que motivaba o generaba el comportamiento de su hija y cómo se encontraba confusa respectó a qué hacer. Hablamos sobre algunos aspectos que considero relevantes en la educación de los niños y que no suelen estar presentes, sorprendentemente, en la mayoría de las conversaciones referentes a ella y que podían ayudarla a valorar su situación desde otro punto de vista más adecuado y he pensado en reflejar dichos aspectos también aquí. Yo no he inventado ninguno de los conceptos que expondré a continuación, simplemente creo con firmeza en que son ciertos porque así los percibo en mi día a día.

El planteamiento de base es que en el preciso instante en que un adulto se coloca delante de un niño, ya sea para interactuar con él o no, comienza a generar una serie de mensajes que el niño recibe. Estos mensajes están relacionados con su forma de hablar, su forma de moverse, la energía que proyecta, la forma de mirar, etc. Es importante recalcar que no me estoy refiriendo a nada de lo que diga, no estoy hablando de mensajes verbales sino de señales que enviamos con nuestra actitud, con nuestra forma de comportarnos.
Estos mensajes que enviamos y transmitimos al niño, queramos o no, son sinceros y potentes. Sinceros porque suelen ser espontáneos, no premeditados y se producen de forma instantánea debido que forma parte de costumbres que hemos generado a base de repetición. Producimos esas conductas sin pensar porque forman parte de nuestros hábitos más arraigados, de nuestras rutinas, de nuestra forma de comportarnos con los demás, de manejar la frustración, la alegría o la tristeza. Son potentes porque envían a los niños mensajes que comprenden perfectamente (tono de voz, proximidad, energía...) de modo natural. Llegan a ellos a través de canales muy claros de forma alta y precisa.
Estos mensajes que producimos de forma inconsciente son los que realmente tienen relación con cómo se comporta el niño en nuestra presencia y suelen ser mensajes a los que no prestamos atención en absoluto; un error que, en mi opinión, cometen la mayoría de los adultos. Esta es, para mi, la clave necesaria para enfocar la cuestión relativa a la conducta de los niños, de forma correcta, real y provechosa.
Solemos pensar que los mensajes que transmitimos a los niños son los que les decimos cuando les hablamos, cuando nos dirigimos a ellos para decirles algo pero esa concepción es un error por dos motivos. que expondré a continuación: En primer lugar. no todo el tiempo que pasamos con los niños estamos hablando, puede que enviemos algunos mensajes verbales pero, en comparación con el tiempo que pasamos con ellos enviando mensajes no verbales, la proporción es bastante insignificante. En segundo lugar; para cuando los niños alcanzan la madurez suficiente para decodificar nuestros mensajes verbales y procesar el significado de los mismos ya han aprendido y se han acostumbrado a interpretarnos en función de otros canales más directos, han creado un aprendizaje muy claro basado en nuestra forma de comportarnos y en interpretar adecuadamente nuestro lenguaje corporal, nuestro comportamiento en general, y lo han hecho estupendamente y sin ayuda. 
Los adultos solemos regir gran parte de nuestra conducta y nuestras interacciones sociales de acuerdo al lenguaje verbal (con todos los problemas que eso nos plantea) y por eso tenemos la costumbre de hacer extensiva esa característica a nuestra relación con los niños, que se manejan estupendamente con otros patrones diferentes. El paisaje que dibujan estas consideraciones divergentes es el de los adultos tratando de enseñar unas cosas a través de un canal determinado y los niños aprendiendo otras cosas totalmente distintas a través de un canal diferente. 
Nuestras intenciones siempre van a educar más que nuestras palabras porque es a lo que los niños atienden y, muchas veces, no somos conscientes de lo que realmente estamos enseñando. A veces incluso enviamos mensajes contradictorios según nos fijemos en nuestras palabras o en nuestro comportamiento; con toda la confusión que esa incoherencia puede llegar a generar en un niño.
Pongo como ejemplo de este enfrentamiento de mensajes una situación no poco infrecuente: un adulto (padre, madre, profesor...), cansado porque el niño no deja de gritar y de vociferar, dirigiéndose a él visiblemente enfadado, pega una voz y le dice: ¡Deja de gritar de una vez! (expresión intercambiable por el clásico: ¡Que no se grita!). Dejando a un lado las consideraciones respecto a sí nos parece bien o no la forma de actuar del adulto y de si la juzgamos comprensible o no, me parece más interesante centrar la atención en los verdaderos mensajes que se han transmitido. 
El mensaje que a todas luces parece evidente y es el que pretende transmitir el adulto es que gritar no está bien. El que, sin embargo, se transmite es que gritar es perfectamente válido (prueba de ello es que el adulto ha hecho uso de él) y qué amedrentar a los demás para conseguir qué hagan lo que nosotros queremos también (el adulto ha gritado más que él para sofocar su energía e interrumpirla). En este ejemplo, el niño callará porque el adulto lo ha intimidado, no porque haya recibido y asimilado el mensaje adecuado. De hecho, pasado un tiempo, habrá aprendido tan bien los mensajes de gritar y avasallar que empezará a integrar esos aprendizajes en su forma de entender las relaciones con otros niños, bien gritando, bien reaccionando únicamente al grito; avasallando a otros o asumiendo que ser avasallado es algo normal. 
El ejemplo es sólo un indicio, la punta del iceberg de tantas y tantas situaciones en las que se repite el mismo fenómeno. Si prestamos atención a los mensajes que producimos con nuestro comportamiento descubriremos que la mayoría de ellos son totalmente desconocidos para nosotros. La cantidad y vastedad de estos mensajes es tal que podemos sentirnos cohibidos en un primer momento pero lo cierto es que siempre han estado ahí, al alcance de nuestra mirada. Simplemente no les habíamos hecho caso. Es así como aprendemos a ver con claridad los verdaderos mensajes que están llegando a los niños, aquellos que les transmitimos de forma sincera y potente con nuestro comportamiento, mensajes que no tienen nada que ver con lo que decimos es importante para nosotros; mensajes como que mentir es lo más habitual, que gritar está bien, que chantajear emocionalmente a los demás es la forma más eficaz de relacionarse, que los insultos y las agresiones son perfectamente justificables, que el egoísmo es sinónimo de inteligencia...
Los niños aprenden estos mensajes muy bien y muy rápido porque están muy pendientes de nosotros, más aún los primeros años de vida, y captan con naturalidad las sutilezas y los matices de nuestro humor, nuestro comportamiento y nuestra conducta. Aprenden rápido y actúan en perfecta consecuencia a los estímulos y mensajes recibidos. Aprenden y reaccionan. Aprenden y asimilan. Aprenden y repiten. Aprenden y producen. Luego, sus acciones nos sorprenden y molestan porque no entendemos de donde provienen. 
Ese debería ser el primer lugar que visitemos a la hora de entender el porqué de la actitud de los niños, esa debería ser la primera cosa que vigila y cuida un adulto: los mensajes que emite con su forma de ser.
No se trata de una acusación a los adultos que se relacionan con niños. No se trata de culpabilidad sino de responsabilidad. Se trata de asumir que quien tiene el criterio, la madurez y la capacidad para tutelar estos mensajes y comportamientos es el adulto y que él es el que tiene que responder por cómo los gestiona o los ignora. No se trata más que de descubrir qué mensajes estamos enviando, valorar si son los que nosotros consideramos que deben estar presentes en la educación de los niños y, en el caso de no ser así, que  introduzcamos los cambios necesarios para comenzar a producir realmente los verdaderos mensajes adecuados. 





Emocionalmente

Veo a mi alrededor como la gente vive las diferencias, los desacuerdos, las posturas opuestas; veo a mi alrededor como las personas nos tratamos de forma bastante mejorable. Mostramos nuestra mejor sonrisa y un carácter agradable, social y comunicativo pero, en cuanto algo no es como nos gustaría, afloran a la superficie otro tipo de actitudes completamente distintas; aparecen realidades preocupantes que muestran agresividad, ira, rabia, descortesía, sarcasmo, desprecio, desconfianza, rencor, egoísmo, burla, etc.  Son tan nuestras como lo puede ser nuestra sonrisa, nuestro sentido del humor o nuestra afabilidad, pero no les prestamos el mismo crédito.
Miro a mi alrededor y veo que en la mayoría de los desencuentros, en casi todos los enfados se repiten los mismos roles: el de agresor y el de víctima. Veo a la gente gritarse, empujarse, maltratarse, insultarse, despreciarse y siempre resulta sencillo ver qué roles se están dando en cada situación. Veo como cada rol genera y se alimenta de su contrario: cómo determinadas "víctimas emocionales" van buscando un "agresor" qué sentido a su forma de sentir, de entender; cómo los agresores buscan a las víctimas sobre las que ejercer la dominación, veo a los agresores chocar intensamente entre ellos, veo a las víctimas inhibirse en la desgracia de la suerte que les ha tocado vivir, gente que avasalla, gente que huye.
Observo a mi alrededor y veo a los niños crecer en un mundo donde los roles están polarizados, donde los papeles emocionales que se les brinda están completamente enfrentados, un mundo emocional dicotomizado: ganadores y perdedores, los que hacen lo que quieren y los que no, los que hacen callar y los que callan, los que gritan y los que se dejan gritar.
Veo a mi alrededor como los niños aprenden, igual que lo hacen con otras cosas, a base de observar y de imitar los roles que se les proponen (¿alguien pensó qué se les está proponiendo realmente?) y veo cómo van asumiendo, igual que sus mayores, el papel de agresor o el de víctima; el de explosivo o implosivo.
Nuestra analfabetización emocional es preocupante y más aún lo rápido que es transmitida y repetida por nuestros menores. No se puede vivir dando tanto crédito al odio y al dolor, a la rabia y a la agresión. Es normal vivir la emoción del enfado, lo que no es normal es lo que estamos haciendo con cada uno de ellos.
Los niños están aprendiendo lo mismo que nosotros hacemos: a dejarnos arrastrar por una emoción descontrolada, o a inhibirla, o a ocultarla, o a negarla, o a enmascararla con otra distinta. ¿Quién va a darse cuenta de que es un camino sin salida y un futuro emocional terrible para nuestros niños? Los estamos incapacitando emocionalmente para vivir de una forma sana y saludable.
El primer objetivo de la educación es formar personas sanas, equlibradas, completas; el desarrollo integral del niños, el desarrollo equilibrado de la persona. ¿Donde queda el equilibrio cuando la práctica totalidad de nuestro tiempo y nuestros recursos se dedican a la formación académica y no se dedica nada a nuestra faceta emocional? ¿Acaso las personas no somos animales profundamente emocionales? ¿No son las emociones lo que nos permite calibrar el valor de nuestra satisfacción personal? ¿Entonces por qué tiene tan poca relevancia en nuestros planteamientos educativos? ¿por qué no enseñamos a los alumnos a sentir de forma provechosa?

lunes, 9 de enero de 2012

Trabajo por proyectos I: Introducción al aprendizaje basado en proyectos PBL

Hoy doy comienzo a otra experiencia nueva: el trabajo por proyectos. Se basa en plantear una situación problemática, entendida como una duda o cuestión que se les planea a los alumnos y que deben responder usando diferentes estrategias y recursos para el aprendizaje.
El objetivo de esta experiencia es plantear metodologías de trabajo diferentes que puedan abordar las competencias básicas y que permitan estructurar un aprendizaje más práctico y autónomo de cara a los alumnos. Es también una oportunidad para evaluarme a mi mismo dentro de una práctica docente no habitual. 

-Tal y como se expone de forma muy clara en Eduteka, podríamos decir que el planteamiento del proyecto debería presentar los siguientes elementos

  • Situación o problema: Una o dos frases con las que se describa el tema o problema que el proyecto busca atender o resolver.  
  • Descripción y propósito del proyecto: Una explicación concisa del objetivo último del proyecto y de qué manera atiende este la situación o el problema. 
  • Especificaciones de desempeño: Lista de criterios o estándares de calidad que el proyecto debe cumplir. 
  • Reglas: Guías o instrucciones para desarrollar el proyecto. 
  • Listado de los participantes en el proyecto y de los roles que se les asignaron: Incluyendo los miembros del equipo, miembros de la comunidad, personal de la institución educativa y padres de familia. 
  • Evaluación: Cómo se va a valorar el desempeño de los estudiantes. En el aprendizaje por proyectos, se evalúan tanto el proceso de aprendizaje como el producto final.


-Del mismo modo es recomendable tener en cuenta cinco cuestiones relacionadas con la formulación de objetivos de aprendizaje:

  • ¿Qué habilidades cognitivas importantes quiero que desarrollen mis estudiantes? Usar como guía los estándares básicos de logro de competencias. 
  • ¿Qué habilidades afectivas y sociales quiero que desarrollen los estudiantes?  (Ej: desarrollar habilidades para trabajar en grupo o en equipo).
  • ¿Qué habilidades metacognitivas deseo que desarrollen los estudiantes? (Ej: reflexionar sobre el proceso de investigación que realizaron, evaluar su efectividad y determinar métodos para mejorarlo).
  • ¿Qué tipo de problemas quiero yo que estén en capacidad de resolver los estudiantes?(Ej; saber indagar, aplicar el método científico, etc).
  • ¿Qué conceptos y principios quiero yo que los estudiantes sean capaces de aplicar? (Ej: aplicar en sus vidas principios básicos de ecología y conservación, comprender las relaciones causa–efecto, etc).

Quiero, asimismo, recoger algunas ideas extraídas de este/a wiki que me gustaría tener presente mientras avanza la experiencia y que pueden ser relevantes en esta experiencia:
  • El planteamiento inicial, la pregunta, cuestión o problemática desencadenante del trabajo posterior ha de tener relación con sus inquietudes; esto es, el contenido del mismo ha de ser significativo para los alumnos.
  • El proyecto es un proceso vivo que puede modificar su desarrollo o su objetivo a medida que avanza. Hay que ser flexible y susceptible a dichos cambios.
  • Ha de generar un producto que pueda ser compartido, expuesto con otras personas.



viernes, 6 de enero de 2012

Detectar el racismo




De la descripción del vídeo: 
Este video fue realizado por 11.11 Cambio Social como parte de la campaña "Racismo en México". 
Se hizo un trabajo de investigación con niños y niñas mexicanos/as, replicando el experimento con niños/as y muñecos diseñado por Kenneth y Mammie Clark en los años treinta en EUA, que se ha llevado a cabo en varios países del mundo. 
Aquí se muestra parte de los resultados y los niños y las niñas que aparecen en este video reflejan las respuestas de la mayoría de niños/as que fueron entrevistados/as.
Dada la complejidad de la temática, se realizó un Taller de Racismo con los/as niños/as y que participaron y sus familias, para generar un espacio de reflexión y contención de las emociones generadas en este intercambio.