La palabra Educar, según la Wikipedia, tiene dos posibles etimologías (la RAE sólo contempla la segunda). En la primera de ellas, el origen es el término del latin educere "sacar, extraer". Partiendo de esta base, el educador es el responsable de sacar o extraer del educando lo que está en su interior para hacerlo visible, para revelarlo, para mostrarlo. ¿Extraer el qué?
La segunda opción es la que fija su origen en el término educare, "formar, instruir", que es el recoge la RAE expresándolo en su primera acepción como "dirigir, encaminar, doctrinar". El educador es el encargado de guiar o marcar un rumbo, enseñar el camino. ¿Para qué?
La palabra emoción, etimológicamente, viene del latín emotĭo, que significa "movimiento". Podríamos decir que la emoción es algo que nos mueve, un impulso que nos dirige. Se relacionan con la forma que tenemos de relacionarnos y de entendernos a nosotros mismos y a la realidad que nos rodea. Mueven nuestra conducta según las gestión o la falta de la misma que hagamos de ellas.
Educación emocional podría ser el proceso mediante el cual cogemos las emociones (que no suelen ser objeto de demasiada atención en nuestro desarrollo) sacamos a la luz su presencia y la importancia que tienen en nuestra vida para aprender a extraer la información que nos proporcionan, su significado, y podamos emplearlas para dirigir o encaminar nuestra conducta de una forma positiva y provechosa en lo vital.
Empleando las preguntas del principio, la educación es el proceso por el que sacamos a la luz nuestras emociones (¿extraer el qué?) y enseñamos la forma de gestionarlas de forma provechosa (¿para qué?).
Es un poco aprender a ser. Quiero decir que las emociones son algo que está presente en todas las personas y esta presencia se da durante toda su vida. El aprendizaje emocional comienza con nuestro nacimiento. Nuestras conductas se rigen por las emociones aún cuando nuestra capacidad de razonamiento aún está en pañales. El enfado, el miedo, la tristeza o la alegría son fácilmente reconocibles en un bebé.
Teniendo en cuenta su absoluta presencia y relevancia en nuestra existencia resultaría obvio que es esencial enseñar a las personas a manejarse de forma adecuada con ellas. Se puede expresar esta idea diciendo que a lo largo de mi vida no siempre me encontraré con una suma pero sí que es seguro que lo haré con emociones; las mías o las de los demás y que, por ello, es fundamental saber qué hacer al respecto.
Las personas somos seres emocionales (no únicamente pero opino que sí básicamente) por eso creo que un proceso educativo que se precie de ser completo debe partir de dedicar a esa faceta la atención y el tiempo que sean necesarios. Ser persona, y sobretodo ser una persona sana, pasa por cómo gestionamos nuestras emociones. Eduquemos a los niños a hacerlo desde pequeños. Participemos activamente en su proceso de aprendizaje emocional. Enseñémosles a sentir de forma constructiva. Demósles esa ventaja.
La formación del conocimiento, para mi, NO es lo primero.
Ni lo segundo.
Ya hablaré de eso.
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