Uno de los errores que he cometido más a menudo y que, con el paso del tiempo, he ido cambiando es el de leer los enunciados a los alumnos a la hora de plantearles un trabajo. Descubre el planteamiento detrás de esta decisión a continuación.
En mi intención de ayudar a los alumnos a comprender los ejercicios, una de las decisiones que tomé en su momento fue la de leer en voz alta los enunciados de los ejercicios y explicar brevemente la tarea a realizar. Una decisión que yo valoraba como obvia. Explicar los ejercicios es algo que todo el mundo entiende que deben hacer los profesores. Este planteamiento es tan común que incluso lo he aplicado en los exámenes. Leer los ejercicios en voz alta y dar alguna indicación acerca de lo que se espera que haga el alumno.
Con el paso del tiempo he observado que, al contrario de lo esperado, esta decisión genera más contratiempos que beneficios. La más visible es la dependencia del adulto. Los niños necesitan cada vez más de un adulto que les lea adecuadamente, con el ritmo y la entonación adecuada para comprender el enunciado de un ejercicio. Al no entrenar esta habilidad o competencia no se desarrolla la autonomía del alumno para decodificar un enunciado.
Muchísimos alumnos levantan la mano y, al ser preguntados, dicen no entender el ejercicio. Cuando les pregunto qué es la parte que no entienden, responden "el ejercicio". Les sigo el juego ¿El número del ejercicio? ¿La primera palabra? ¿La segunda? ¿Las demás? ¿Lo que tienes que hacer? ¿Lo que aparece dibujado? El resultado es que no se han molestado en leer el enunciado y esperan que yo lo haga por ellos. En realidad el enunciado no supone en problema en la práctica mayoría de los casos, pero es más cómodo pedir a un adulto que lo lea por ti y te explique lo que tienes que hacer.
Esta circunstancia, la de pedir a otros que asuman parte de mi tarea, está tan relacionada con otras carencias en la autonomía de los alumnos que adoptar medidas para afrontarla es una responsabilidad moral de los adultos.
Cuando hablo con los padres de esto, suelen preguntarme: ¿No les explicas los ejercicios? ¿Y cómo saben lo que tienen que hacer? -Leyendo el enunciado.
Es tan sencillo como eso. Ellos deben leer el enunciado. Hacerlo de la forma correcta para entender el texto que han leído y después entender qué es lo que se les pide hacer. Entiendo que mi labor es la de aclarar el significado de algunas palabras o hacerles alguna pregunta para asegurarme que tienen claro todos los elementos necesarios (¿Te has fijado en el dibujo? ¿Para qué crees que puede servir esta lista? ¿Cuál es la pregunta?, etc.).
Es un entrenamiento, hay mucha resistencia al principio, que tiene su proceso. Reforzar su capacidad para entender los enunciados y saber responder de acuerdo a los solicitado es clave en el trabajo diario, en la realización de deberes y fundamental en los exámenes.
Resumiendo: No leas los enunciados para ellos, entrénales para que los lean ellos y que piensen en lo qué tienen que hacer. Si no, siempre dependerán de alguien que lo haga por ellos.
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