Aunque pueda sonar un poco fuerte, explicar los ejercicios es uno de los errores más comunes que encuentro realizamos los profesores. ¿Quieres saber por qué? Te lo cuento a continuación.
No se explican los ejercicios, se explican los contenidos. Cuando el alumno ya ha aprendido las habilidades, contenidos o destrezas es hora de aplicarlas en los ejercicios, las situaciones prácticas que plantea el libro. Entre el contenidos y los ejercicios están los ejemplos.
Si los alumnos dominan los contenidos y saben abordar de forma autónoma los enunciados, no hay porqué explicar un ejercicio. Aprender a averiguar qué es lo que tengo que hacer también es una destreza que deben desarrollar si queremos lograr alumnos con mayor autonomía y autoestima.
El ejercicio no es el fin, es el medio. Una herramienta que nos ayuda a poner en práctica un conocimiento o destreza y a conocer si se ha adquirido correctamente. Esta es la afirmación que no debemos perder de vista.
Un ejercicio sobre el sujeto y el predicado depende de saber lo que es el sujeto y lo que es el predicado. A esto último es a lo que debemos dedicar nuestro tiempo.
Explicar un ejercicio sobre restas es inútil si el alumno no sabe restar, pero averiguar si se ha de hacer una resta o una suma es otra habilidad diferente que debe aprenderse (puedes leer más al respecto aquí) y que no debería depender de que el profesor explique cómo realizar el ejercicio.
Mi consejo es: no expliques los ejercicios, explica los contenidos.
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